Me dices que me vacune de ti;
me adviertes: ten cuidado,
que yo estoy lejos.
¿Por qué entonces te aferras en cada abrazo?
¿Por qué me mesas los rizos en la noche?
Te voy a echar de menos,
pero podemos hablar.
La última sílaba interroga.
Paladeas las seis letras de mi nombre,
sus tres vocales abiertas y rotundas.
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