Las paredes de la casa estaban empapadas de la misma pregunta, repetida una y otra vez en noches de desvelo. ¿Cómo se llama? ¿Cómo se llama? ¿Cómo se llama?
Pero no había respuesta, nunca la hubo, así que las ventanas estaban abiertas y el aire seco entraba libremente.
¿Quién es?
Las cortinas se revolvían y crujían almidonadas. Tampoco había respuesta para esta pregunta.
El suelo de madera se abombaba por el paso del tiempo, el techo estaba desconchado.
Sueños de textura granular.
Musgo.
Peces.
Rojo.
Sonrisa.
Latidos.
Latidos.
Humo.
Iniciación.
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