La tierra existe,
no hay manera de hacer que desaparezca,
no puedo hacer que se evapore,
que nos deje libres.
Los lazos existen
y a veces se parecen más a cadenas que a tiras de satén,
no hay manera de cortarlos,
de hacerlos sublimarse con la música del amanecer.
Los besos no existen
y por eso no puedo conjurarlos,
no hay forma de alejarlos, pero tampoco de acercarlos,
simplemente revolotean entre apuntes y hojas de bisturí,
cercanos e imaginarios.
Las barricadas no existen,
están solo en tu cabeza
y por eso no puedo correr a apostarme tras ellas junto a ti,
solo puedo mirarte desde el otro lado,
intentando intuir la sonrisa tras la barba.
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