A veces aún huye de la isla, que la persigue con su música vibrante y su colorido artificial.
Le persigue aquella noche de giro radical, de revelaciones y alucinaciones.
Pero ella ya no es aquella ni él es ya aquel.
Ahora son ella y él.
Pero podría bastar.
Ojalá baste, piensa, porque no ha olvidado los latidos.