Look what it's done to your friends, their memories are pretend and the last thing that they want is for the feeling to end.

miércoles, 20 de diciembre de 2017

Lo que no dices.

Las palabras que tú callas
me flotan en el pecho.
Se rebelan cuando duermo
y me trepan por la espalda,
me trepanan la calavera,
me okupan el hipotálamo,
se cruzan con mis recuerdos
y, entre hebras neuronales,
paren
impúdicas
sueños
espumosos.

martes, 19 de diciembre de 2017

No es lo que dices, es lo que haces.

Me dices que me vacune de ti;
me adviertes: ten cuidado,
que yo estoy lejos.

¿Por qué entonces te aferras en cada abrazo?
¿Por qué me mesas los rizos en la noche?

Te voy a echar de menos,
pero podemos hablar.
La última sílaba interroga.

Paladeas las seis letras de mi nombre,
sus tres vocales abiertas y rotundas.

lunes, 18 de diciembre de 2017

Tristán albino.

Después de meses de noches vacías y amaneceres insípidos, un día dieciocho de diciembre te me apareciste en sueños, Tristán; por primera vez en tres años pude contemplar de nuevo tu rostro. He de confesar que tardé un segundo en reconocerte: la guerra, además de dejarte tres cicatrices en la espalda, había pasado sobre ti como un baño corrosivo que te había arrancado el moreno de la piel y el pigmento de los ojos y el pelo. Tristán albino
Tu magnetismo me atrajo a ti sin necesidad de que moviera un solo músculo, simplemente floté hasta poder reposar las palmas de las manos en tus mejillas cinceladas en alabastro-- tu rostro otrora velludo tenía ahora un tacto de satén. Separaste los labios y empezaste a hablar una lengua desconocida y sibilante que se escapaba parcialmente entre tus incisivos, entre los que ahora había un pequeño espacio que te daba un aspecto aniñado. Tristán extranjero.
Me aparté de ti con temor, estaba tan segura de que tú eras tú a pesar de todos los cambios como de que me habías olvidado por completo a pesar de no haber cambiado en absoluto en tres años. Intenté hablar, pero en cuanto la primera palabra que dije se quedó flotando en el escaso espacio entre los dos, supe que había roto el hechizo.  Te desembarazaste de mí de un solo movimiento y entonces el brillo dorado de tu mano izquierda me llamó la atención. Una simple banda de oro encerraba el contorno de tu dedo anular. Tristán casado.
Se me abrió un abismo en el pecho por el que empezaron a brotar sangre, linfa y hebras de plata. La vida se me iba y me precipité al suelo. Oí cómo cargabas el fusil y casi te estuve agradecida por acabar con mi suplicio. Disparaste sin dudar y, una vez estuve muerta, pusiste el pie derecho sobre mi espalda. Tristán colérico.

domingo, 10 de diciembre de 2017

Rayo

La oscuridad era total y espesa, hacía meses que caminaba a tientas por aquella árida llanura sin ver nada. Solo seguía adelante por pura terquedad, pero había empezado a perder la esperanza e incluso a mirar hacia atrás por encima del hombro, como comenzando a dudar de la dirección que había escogido.
Entonces el cielo se abrió y cayó un rayo resplandeciente; un chorro de electricidad dorada que me entró en el pecho abriéndose paso a través de mis costillas y, una vez dentro, emitió una potente luz que iluminó el mundo entero.
Inmediatamente, la luz se extinguió como si nunca hubiera existido y todo volvió a sumirse en las sombras.
Se me llenaron los ojos de lágrimas y empecé a reírme como una histérica. 
La luz había durado apenas un segundo, pero en ese breve instante había podido ver por fin que aquella llanura interminable estaba surcada por un sendero y que en el horizonte se atisbaba por fin la costa.
Había encontrado el camino.

viernes, 8 de diciembre de 2017

Solo tienes que ser.

Quiero quedarme a vivir en los momentos en que estoy contigo.
Vuelve a decirme que el español es el idioma más bonito del mundo,
como si me retaras a que te sedujera con palabras al oído;
como si por no entenderlas, dejaran de ser peligrosas.

Baila otra vez, ponme las manos en la cintura y pégate.
Quédate en silencio mientras yo canturreo Dos Gardenias y nos mecemos.
Sírveme más vodka con esa sonrisa traviesa y esos ojos que a veces me pones.
Acompáñame a casa de nuevo y mírame los labios cortados dubitativo.

Tráeme una mandarina en son de paz,
mañana nos vemos en la clase de las siete y media;
vuelve a llegar tarde y a hacer que me levante solo para sentarte a mi vera.
Puedes volver a olvidarte una prenda en mi casa, yo puedo volver a fingir que me enfado.

Dime otra vez que me prestas un libro que te encanta,
podemos reírnos de nuevo al darnos cuenta de que está escrito en una lengua que yo no conozco.
Hablemos otra vez de feminismo mientras yo me estiro en tu sofá.
Abrázame para despedirte aunque te vaya a ver mañana.

Vuelve a mirarme fijamente solo porque la oscuridad te protege,
¿quieres oír de nuevo cómo se me acelera el corazón?
Solo tienes que acercarte a mí.
Solo tienes que ser.

De momento eso es suficiente.

martes, 5 de diciembre de 2017

Gardenia.

El cielo guardaba entre las nubes espesas el secreto algodonoso de la nieve mientras nosotros, desprevenidos, apurábamos un café tras otro en el vestíbulo de la biblioteca; se empezaba a notar que éramos un equipo, que nos comportábamos como grupo, que podíamos confiar unos en otros.
Yo me sentía como una balsa dulcemente mecida por un mar que, después de tantas tempestades, por fin está en calma. Me había resuelto a no seguir buscando constelaciones de lunares y a simplemente disfrutar del sosiego del momento.
Miré uno a uno los rostros de mis amigos, esa nueva familia que me arropaba y nada sabía de mi pasado, y entonces, inopinadamente, me brotó una gardenia del pecho.