Look what it's done to your friends, their memories are pretend and the last thing that they want is for the feeling to end.

lunes, 23 de noviembre de 2015

Querido Francesco:
Acabo de recibir las noticias de tu partida, me alegro de que seas por fin feliz y hayas podido escaparte a donde tanto ansiabas. Espero que desde las Indias te acuerdes de mí y lances al menos una botella con una carta para mí al mar embravecido que, por cierto, dicen es dulce por aquellas latitudes.
Es precioso ver tu felicidad en la apresurada posdata, en el trazo final que se prolonga hasta salirse del papel, apuesto a que tenías prisa por meter la carta en el sobre y marcharte sin mirar atrás ni volver a pensar en estas manos que ahora se agarran temblorosas a la pluma. Tal vez ni siquiera echaste el sobre al correo y te limitaste a dejar un recado a algún criado para que lo llevara junto con la demás correspondencia. Palabras de despedida y razones de cabezas de ganado o pedidos o incluso facturas reclamadas, todo junto en un mismo saco de tela agreste. 
Sé que nunca vas a leer estas líneas, allí donde vas no llegan las cartas, así que estas líneas son más para mí que para ti. Quiero que sepas que no voy a dejar de intentarlo. Yo también quiero ser libre y correr sin ataduras hacia el horizonte contra el viento frío que te corta los labios. 
Mañana, con una sonrisa y tras escabullirme de la oración, volveré a golpear la muralla de piedra hasta que oiga acercarse a los centinelas, volveré a correr y a escaparme de ellos sin ser reconocida, sabiendo que para la próxima vez, solo me quedarán quinientos noventa y nueve mil cuatrocientos cincuenta y cuatro ladrillos que golpear.
Cada noche sueño con el rayo de sol ardiente que habrá de iluminarme la cara a través del hueco que deje el ladrillo suelto que caiga con un ruido sordo al otro lado. Ese día, seré libre yo también.
Siempre, siempre, tuya,

Farfalla.

PS: no, querido Francesco, nunca es tarde. Ni siquiera para mí. Ni siquiera para nosotros.

domingo, 15 de noviembre de 2015

Querido Francesco:

Siento haberte engañado, haberte ocultado que soy débil, que a veces me caigo y en vez de levantarme me hundo y me entierro en la arena mojada. Que tengo días en los que no veo el sol y no me doy cuenta de que es porque aún no he abierto los ojos. Lo siento, te lo oculté.
Diré en mi descargo que fue precisamente conocerte lo que me hizo creer que jamás volvería a hundirme, tú eras mi tabla de salvación, mi ancla y mi carta de navegación; contigo me sentía capaz de no volver a caer.
Pero ni siquiera tú puedes salvarme de quién soy; ni falta que hace, yo soy yo con todos mis defectos. Necesito saber que puedes quererme aunque sea una lunática, aunque a veces sea imposible y muchas veces insoportable. Aunque no sea tan inteligente como te gustaría creer que soy, aunque no tenga todas las virtudes que quisieras ver en mí. Necesito saber que sabes que soy imperfecta y aun así me puedes querer igual.
Te necesito a mi lado, contigo soy más fuerte y soy más yo, por eso te pido que no te alejes de mí, que no te vayas, que no me dejes. Pero no voy a decirte que soy más fuerte de lo que soy, ni tampoco voy a pedir perdón por ser débil.
Necesito saber que puedes quererme del todo, entera, con mis grandes imperfecciones así como con mis virtudes.
Necesito saber que me entiendes y no me juzgas.
Te quiero, pero sé que eres imperfecto, aunque quizás no tanto como lo soy yo.
Tuya,

Farfalla.

PD: tenías razón, no debí mandar construir la fuente de piedra en el lecho seco del río, ha llegado la crecida y donde debería haber un discreto chorro disparado hacia el cielo, hay una lengua del agua violenta y vibrante. No debí tratar de domar lo indomable.