Look what it's done to your friends, their memories are pretend and the last thing that they want is for the feeling to end.

domingo, 8 de marzo de 2015

¿Quién es ella?

Es alta, delgada y tiene la piel oscura. Mira al frente decidida con los ojos negros limpios y brillantes, tiene la mirada amplia de quien no conoce límites, es la mirada fresca de la juventud.
Sonríe y enseña una boca llena de dientes blancos. Es guapa, pero a nadie le importa, mucho menos a ella.
Se muerde el labio en medio de la sonrisa, no está acostumbrada a que la miren tanto, se acaricia el vientre y deja ahí su pequeña mano protectora; aún se sorprende de lo rápido que está creciendo el niño dentro de ella, está a punto de parir y sigue sin ser capaz de verse con otro niño puesto al pecho. En el fondo sueña con que sea una niña, porque niño solo hay uno para ella y es su primogénito, que le agarra la mano con fuerza para evitar caerse. Acaba de aprender a andar; no tiene ni dos años.
Cierra los ojos de repente, la sonrisa se desvanece, y, al desaparecer, deja tras de sí un rostro que parece no haber sonreído nunca. Le pasa a veces, los recuerdos la golpean y se queda sin aire. Recuerda la violencia, los golpes, los empujones salvajes y rítmicos, el odio del crimen. La violaron y  no puede olvidarlo, lo piensa brevemente cada día al despertar, más que pensarlo lo acaricia, se acerca al rincón oscuro de su cabeza donde tiene esas horribles imágenes guardadas bajo siete llaves y huye. Luego se levanta con la esperanza de que sus fantasmas se hayan dado por satisfechos con ese pequeño tributo y la dejen vivir en paz el día. A veces funciona, pero otras se abren los sellos y escapan los gritos. Y aparece ante ella la cara del agresor, que no es otro que su marido.
Ella trabaja, va cada día a los telares, aunque ahora le cuesta más ponerse frente a las terroríficas máquinas, es menos ágil con el niño dentro y tiene miedo de caer bajo las agujas asesinas. El capataz la mira sin piedad pelearse con los hilos que se enganchan y meterse temerariamente entre las bobinas atascadas, haciendo un esfuerzo hercúleo por mantener el equilibrio con el centro de gravedad alterado por su estado. Se le rompe un patrón y, antes de poder ponerse a arreglarlo, el capataz la arranca de su puesto y le cruza la cara con el dorso encallecido de la mano. Ella no dice nada y vuelve a su sitio, ya no le dan ganas de llorar ni se siente humillada y no puede evitar sonreírse al recordar cuando aún era una niña y aquella violencia no le dejaba dormir. Ahora ya es mayor y se sobrepone, no es la niña de doce años que entró de aprendiza al taller, de aquello hace ya tres años, mas de mil días. Ahora es fuerte.
Su piel oscura se queda blanca, los ojos han perdido el brillo y se han quedado opacos. Tiene la frente perlada de sudor frío, el pelo pegajoso y los miembros flacos e inertes. Entre las piernas, un mar de sangre de color rojo vibrante; finalmente, en un macabro espasmo post mortem, nace la niña, que no respira. Nace muerta o lo que es lo mismo, no nace. Y mientras no nacía, su madre se ha muerto, así que probablemente ni siquiera es su madre, porque los muertos no tienen hijos y quien no nace no tiene madre.
El niño llora pero no sabe por qué, nunca recordará el rostro de su madre, pero no porque sea demasiado pequeño para conservar recuerdos, sino porque nunca llegará a crecer, la hambruna se lleva a los niños, y más si no tienen quién los cuide.
¿Quién es ella?
Ella es una mujer en la Tierra hoy mismo.
Una de las que abundan.
Si tuviésemos que escoger un caso representativo que ilustrase qué es una mujer hoy, sería ella.
¿Quién es ella?
Es una mujer.